Carlos Fernández-Vega
▲ El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, advirtió el lunes a su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, que el país sudamericano responderá a cualquier acción militar y no cederá a amenazas.Foto Afp
Donald Trump no se cansa de meter las manos en todas partes del planeta, menos en su propio país. Amenaza, busca pleito por doquier, insulta, agrede, aplica enloquecidos aranceles, pretende apropiarse de países soberanos, invadir a otros que poseen enormes reservas petroleras, hacer un “bello y brillante paraíso turístico en Gaza” (sin gazatíes, desde luego, que para su exterminio ahí está su socio, el genocida Benjamin Netanyahu), acabar con el narcotráfico (pero no en su casa) y decenas de sandeces más, que se suman a las que cotidianamente pronuncia.
Por ejemplo, ayer dio cuenta, como si se tratara de un “éxito rotundo”, de “una acción militar contra el narcotráfico”, que apesta a ser operativo de falsa bandera, siempre con miras de presionar y atacar a Venezuela y, obviamente, apropiarse de sus reservas petroleras, lo que hace recordar cómo el gobierno gringo descaradamente armó el incidente del golfo de Tonkín, en 1964, con todo lo que ello implicó, para que, con ese pretexto, Estados Unidos enviará cientos de miles de soldados a Vietnam, país del que, por cierto, fueron expulsados en una de las más sonadas y vergonzosas derrotas militares del autodesignado “policía del mundo”.
Resulta que Trump celebró que sus fuerzas militares destruyeron un “barco ( sic) con muchas drogas proveniente de Venezuela”, acción, dijo, que “fue corroborada” por el secretario de Estado, Marco Rubio. Pero, ¿es en serio?, porque a los narcos se les puede acusar de todo, menos de ser pendejos. ¿En realidad éstos se animaron a transitar, cargados de polvo blanco, en medio de numerosos navíos de guerra estadunidenses (tres destructores, dos submarinos nucleares, dos buques de desembarco, uno de asalto anfibio y un crucero, con alrededor de 4 mil marinos) desplegados en el Caribe en aguas cercanas a esa nación sudamericana? Sí, cómo no.
Si se trata de droga, narcotráfico, violencia asociada a esta actividad ilícita y/o lavado de dinero proveniente de dicho negocio, para el gobierno estadunidense todos los países son “responsables”, menos el propio, dejando de lado que el gringo es, por mucho, el mayor mercado de consumo de enervantes de todo el planeta. Así lo piensa Trump, como lo hicieron sus antecesores en la Casa Blanca, y así lo quiere “resolver”, siempre fuera de sus fronteras y violando el derecho internacional.
Ahora, mediante un operativo de falsa bandera y utilizando una lancha pedorra que, dice, transportaba droga “proveniente de Venezuela” (versión oficial), Trump pretende justificar el brutal despliegue militar en el Caribe, muy cerca de la costa venezolana, con fines de desembarco. “Estas drogas están saliendo en grandes cantidades de Venezuela. Muchas cosas están saliendo de Venezuela. Así que las eliminamos”, dijo el cherife de la Casa Blanca, y ya encarrerado aseguró que dicha acción militar fue “contra narcoterroristas del Tren de Aragua, organización terrorista extranjera que opera bajo el control de Nicolás Maduro, responsable de asesinatos en masa, tráfico de drogas, tráfico sexual, actos de violencia y terrorismo en Estados Unidos y el hemisferio occidental; que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando importar drogas a Estados Unidos. ¡Cuidado!”
Qué barbaridad, pero ¿en casa cómo van las cosas?, porque los consumidores gringos no tocan la puerta de la embajada venezolana en Washington ni las correspondientes a sus consulados en territorio estadunidense para surtirse de droga libremente como si fuera supermercado en el que, sin problema, encuentran de todo y para todos y de forma por demás abundante. Entonces, lo de siempre: ¿quién distribuye en Gringolandia? ¿Quiénes protegen a los narcos de allá y les lavan los multimillonarios ingresos?
Sobre esto último, un recordatorio: “Cada año fluyen 100 mil millones de dólares del tráfico de drogas al sistema financiero de Estados Unidos y, en específico, toda la cadena de suministro de fentanilo que se comercializa en ese país, desde la adquisición de precursores químicos hasta los esquemas de lavado de dinero, pasa por esa red de prestamistas, de acuerdo con información oficial del Departamento del Tesoro. Sin embargo, hasta la fecha ningún banco estadunidense ha sido señalado o siquiera se ha informado de una investigación sobre el dinero que entra y sale a carretadas del país con la mayor población de adictos en el mundo” ( La Jornada, Dora Villanueva).
Las rebanadas del pastel
De plano, Carlos Slim no deja piedra sin labrar y en el gobierno de la “transformación” le siguen aupando… Y gracias al prianista Ricardo Monreal, se le hizo a Kenia López Rabadán.
X: @cafevega cfvmexico_sa@hotmail.com
Resulta que Trump celebró que sus fuerzas militares destruyeron un “barco ( sic) con muchas drogas proveniente de Venezuela”, acción, dijo, que “fue corroborada” por el secretario de Estado, Marco Rubio. Pero, ¿es en serio?, porque a los narcos se les puede acusar de todo, menos de ser pendejos. ¿En realidad éstos se animaron a transitar, cargados de polvo blanco, en medio de numerosos navíos de guerra estadunidenses (tres destructores, dos submarinos nucleares, dos buques de desembarco, uno de asalto anfibio y un crucero, con alrededor de 4 mil marinos) desplegados en el Caribe en aguas cercanas a esa nación sudamericana? Sí, cómo no.
Si se trata de droga, narcotráfico, violencia asociada a esta actividad ilícita y/o lavado de dinero proveniente de dicho negocio, para el gobierno estadunidense todos los países son “responsables”, menos el propio, dejando de lado que el gringo es, por mucho, el mayor mercado de consumo de enervantes de todo el planeta. Así lo piensa Trump, como lo hicieron sus antecesores en la Casa Blanca, y así lo quiere “resolver”, siempre fuera de sus fronteras y violando el derecho internacional.
Ahora, mediante un operativo de falsa bandera y utilizando una lancha pedorra que, dice, transportaba droga “proveniente de Venezuela” (versión oficial), Trump pretende justificar el brutal despliegue militar en el Caribe, muy cerca de la costa venezolana, con fines de desembarco. “Estas drogas están saliendo en grandes cantidades de Venezuela. Muchas cosas están saliendo de Venezuela. Así que las eliminamos”, dijo el cherife de la Casa Blanca, y ya encarrerado aseguró que dicha acción militar fue “contra narcoterroristas del Tren de Aragua, organización terrorista extranjera que opera bajo el control de Nicolás Maduro, responsable de asesinatos en masa, tráfico de drogas, tráfico sexual, actos de violencia y terrorismo en Estados Unidos y el hemisferio occidental; que esto sirva de aviso a cualquiera que esté considerando importar drogas a Estados Unidos. ¡Cuidado!”
Qué barbaridad, pero ¿en casa cómo van las cosas?, porque los consumidores gringos no tocan la puerta de la embajada venezolana en Washington ni las correspondientes a sus consulados en territorio estadunidense para surtirse de droga libremente como si fuera supermercado en el que, sin problema, encuentran de todo y para todos y de forma por demás abundante. Entonces, lo de siempre: ¿quién distribuye en Gringolandia? ¿Quiénes protegen a los narcos de allá y les lavan los multimillonarios ingresos?
Sobre esto último, un recordatorio: “Cada año fluyen 100 mil millones de dólares del tráfico de drogas al sistema financiero de Estados Unidos y, en específico, toda la cadena de suministro de fentanilo que se comercializa en ese país, desde la adquisición de precursores químicos hasta los esquemas de lavado de dinero, pasa por esa red de prestamistas, de acuerdo con información oficial del Departamento del Tesoro. Sin embargo, hasta la fecha ningún banco estadunidense ha sido señalado o siquiera se ha informado de una investigación sobre el dinero que entra y sale a carretadas del país con la mayor población de adictos en el mundo” ( La Jornada, Dora Villanueva).
Las rebanadas del pastel
De plano, Carlos Slim no deja piedra sin labrar y en el gobierno de la “transformación” le siguen aupando… Y gracias al prianista Ricardo Monreal, se le hizo a Kenia López Rabadán.
X: @cafevega cfvmexico_sa@hotmail.com
Gaza es toda Palestina
José Steinsleger
Uno. “El 7 de octubre de 2023 marcó una nueva etapa en la historia del movimiento nacional palestino. No fue una operación militar común, sino un verdadero punto de inflexión. Desde una perspectiva militar, el despliegue de 3 mil combatientes en una acción simultánea no tiene precedente. Lo que ocurrió ese día fue una declaración clara al mundo entero de que el pueblo palestino vive bajo ocupación (…) No fuimos los primeros en tomar las armas. Partimos de la premisa de que la liberación no puede lograrse mediante negociaciones ni por ninguna otra vía que no sea la lucha armada” (palabras de Leila Khaled, legendaria combatiente del Frente Popular para la Liberación de Palestina y miembro del Consejo Nacional Palestino).
Dos. El régimen de la entidad invasora y neocolonial llamada Israel califica de “terrorista” o “antisemita” a quien se atreva a combatirlo o denunciarlo, al tiempo de presumir que sus Fuerzas de Defensa (FDI) son “el ejército más moral del mundo” ( sic). Elijamos, por ende (y entre miles), un botón de muestra.
Tres. A mediados de febrero de 2024, en los jardines del complejo médico Nasser (ubicado en el sur de la franja de Gaza y uno de los últimos en actividad), soldados de las FDI abrieron una fosa común y arrojaron a dos niños cuyos gritos quedaron ahogados por la tierra que les echó una excavadora fabricada por Caterpillar, famosa empresa israelí (¡compre ahora!).
Cuatro. Meses después, pacientes y personal médico reabrieron la fosa. Aparecieron 392 cadáveres, y el de los niños con las manos atadas a sus espaldas.
Cinco. Así, cuando hechos como el referido son archiverificados (perdón, soy de la vieja escuela…), aparecen dos tipos de actitudes. De un lado, intelectuales a la violeta que, en sintonía con la semántica sionista, califican de “guerra” lo que a ojos de todo mundo es un genocidio. Y por el otro, los que apoyan la resistencia, despojándola de nombre, apellido y conducción política. O sea, las brigadas del brazo militar de Hamas, que evocan la memoria de Ezzeldin Al-Qassam (1882-1935), y las brigadas Al-Quds de la Yihad islámica (traducido, “brigadas de Jerusalén”).
Seis. Ahora bien, si la primera actitud resulta cómplice por omisión, parece que la segunda tiende a olvidar que los pueblos en lucha contra la opresión neocolonial (o frente a una invasión militar extranjera) se liberan echando mano a las armas.
Siete. Algo que, paradójicamente, frente a la escasa moral de su tropa (desertores, suicidados, objetores de conciencia), los altos mandos de las FDI empiezan a calibrar con mayor lucidez que sus mesiánicas dirigencias políticas. ¿Qué de nuevo hay en esto? Por definición y formación, el buen militar admite que si bien la política no es lo suyo, está poco dispuesto a que el mal político le dicte lecciones en el campo de batalla.
Ocho. Y allí, todas las teorías, profecías y cálculos políticos fracasan, con lo cual hablar de “victoria de Israel, derrota del pueblo judío” carece de sentido, porque lo primero es una hipótesis, y lo segundo, un oxímoron. ¿O alguien calificaría de victoria del “pueblo católico” la derrota del imperio francés en México?
Nueve. También hay que ponderar que cuando los grandes líderes y pensadores desaparecen (hechos), su legado queda sujeto a las lecturas de hinchas y devotos (interpretaciones). Así ha sido siempre, de Buda a Gandhi, de Confucio a Mao y de Jesucristo a Mahoma y Marx. Por ello, contados fueron los líderes que, poseyendo ambos atributos (político-militares), cambiaron el curso de la historia.
Diez. Dicho lo anterior, cedamos la palabra a quien hace 46 años, vislumbrando con extraordinaria precisión lo comentado, manifestó: “Señor Presidente: la determinación de Israel de continuar su política de agresión, expansionismo y asentamiento colonial en los territorios que ha ocupado con el apoyo de Estados Unidos constituye una grave amenaza para la paz y la seguridad mundial (…) La cuestión palestina es el núcleo del problema de Medio Oriente”.
Sigue: “(…) La base para una paz justa en la región comienza con la retirada total e incondicional de Israel de todos los territorios árabes ocupados y presupone para el pueblo palestino la devolución de todos sus territorios ocupados y la recuperación de sus derechos nacionales inalienables, incluido el derecho a regresar a su patria, a la autodeterminación y al establecimiento de un Estado independiente en Palestina, de conformidad con la Resolución 3236 de la Asamblea General”.
Y concluye: “(…) Pero no recuerdo nada tan similar en la historia contemporánea como el desalojo, la persecución y el genocidio que hoy perpetran el imperialismo y el sionismo contra el pueblo palestino, despojado de su tierra, expulsado de su propia patria, dispersado por el mundo, perseguido y asesinado. Los heroicos palestinos son un ejemplo impresionante de abnegación y patriotismo, y el símbolo viviente del mayor crimen de nuestra era” (pasajes del discurso de Fidel Castro en la Asamblea General de la ONU, 12 de octubre de 1979).
¿Nueva política industrial en Estados Unidos?
Enrique Dussel Peters*
Hemos destacado en este espacio de forma reiterada la importancia del sector público en China y su relevancia en la propiedad del producto interno bruto (PIB) chino (superior a 40 por ciento en la actualidad). Hasta hace poco esta característica era una de las principales diferencias en la competencia sistémica entre Estados Unidos y China en la última década. Esta diferencia particular, sin embargo, pareciera reducirse significativamente en la actualidad y el futuro ante nuevas medidas de política industrial tomadas por el presidente Donald Trump en 2025.
Después de décadas en las que internacionalmente “la mejor política industrial era la no política industrial”, bajo la presidencia de Joe Biden se tomaron medidas explícitas para hacer frente a la competencia china. En 2022 Estados Unidos inició con masivas políticas industriales –las Inflation Reduction Act, CHIPS and Science Act y la Ley de Infraestructura– que buscaron apuntalar la competitividad de sectores claves de la economía estadunidense. Con un costo cercano a 15 por ciento de su PIB, estas medidas buscaron fomentar cadenas globales de valor como los semiconductores y la infraestructura para recuperar el liderazgo tecnológico y en la transición energética.
Con la presidencia de Trump desde enero de 2025, sin embargo, la política industrial ha dado un giro drástico. Por un lado, e internacionalmente, Estados Unidos ha impuesto de manera unilateral elevados aranceles a todos sus socios comerciales, además de exigir la reducción del respectivo déficit comercial y compromisos de inversión en Estados Unidos.
Por otro lado, y al menos tan importante, la agenda doméstica de política industrial con Trump en 2025 ha sido significativa (y menos reconocida). Trump ha buscado distanciarse de las medidas de Biden de 2022 –y en contra de los “regalos” ofrecidos, desde su perspectiva–, en aras de que “las empresas paguen”. No existe por ahora una nueva política industrial o directriz nacional, pero las medidas tomadas hasta fechas recientes apuntan hacia una reorientación de la política industrial hacia las empresas estadunidenses y extranjeras establecidas en EU.
Tres recientes casos elucidan estas nuevas tendencias (además de cancelar las medidas de Biden de 2022 y, con ello, abortan el fomento de la transición energética en Estados Unidos). El acuerdo de finales de agosto de 2025 entre Intel y la administración es relevante: Intel habría recibido a través de la CHIPS Act 11 mil millones de dólares (una parte ya aprobada pero todavía no transferida a la empresa), por lo que el gobierno de Estados Unidos se haría propietario de 9.9 por ciento de los activos de la empresa. Los semiconductores de alta tecnología –considerando que Intel se ha enfrentado a serios problemas tecnológicos y de financiamiento en la última década– son un aspecto crítico del security shoring en su política hacia China. Desde esta perspectiva, y elemento nuevo por parte del gobierno estadunidense, éste se hace propietario de una empresa clave en su política en contra de China. El propio Trump, el secretario de Comercio Lutnick y el secretario del Tesoro Bessent han enfatizado que este tipo de transacciones se generalizarán en el futuro. Las medidas de la presidencia de Trump hacia Nvidia y AMD –los principales fabricantes estadunidenses de semiconductores de alta tecnología en la actualidad– son al menos de igual relevancia. Desde hace varios años –y ya desde la presidencia de Biden– se habían definido múltiples restricciones a las exportaciones estadunidenses a China en productos de alto nivel tecnológico y particularmente de semiconductores; estas medidas incluso aumentaron con Trump en 2025 vía mayores aranceles y nuevos permisos. Después de varias rondas de negociaciones entre Estados Unidos y China desde mayo de 2025 (proceso que se prolongará al menos hasta noviembre), Washington cambió drásticamente de estrategia. No sólo liberalizó el envío de semiconductores de alta tecnología a China (ante concesiones chinas en tierras raras hacia Estados Unidos), sino que cobrará a Nvidia y AMD 15 por ciento de sus ingresos; Nvidia incluso ha sugerido vender los semiconductores más sofisticados a China bajo el mismo esquema. Por último, la adquisición de US Steel por parte de Nippon Steel a mediados de junio pasado es también significativa. La transacción por 15 mil millones de dólares (y compromisos de inversión por otros 11 mil millones de dólares en Estados Unidos) incluyó un poder de veto por parte del gobierno estadunidense para algunas de las actividades de US Steel (“acciones doradas”).
Estas medidas reflejan antecedentes de la mayor relevancia en cuanto a un nuevo instrumentario de medidas de política industrial en Estados Unidos; durante décadas fueron incluso parte de las críticas de ese país a China. Todo indica que la presidencia de Trump estaría en condiciones de masificar estas medidas en el corto y mediano plazos. La construcción naviera y sectores vinculados con la defensa estadunidense parecieran ser los sectores idóneos para esta nueva política industrial.
Más allá de las restricciones fiscales de EU para masificar esta nueva política industrial, los antecedentes en 2025 generan importantes retos en Estados Unidos e internacionalmente. En EU las nuevas medidas han generado preocupaciones ideológicas y en sectores específicos en cuanto a la injerencia gubernamental en el “libre mercado” para recibir ganancias de sus inversiones. ¿Prevalecerá el criterio de la seguridad nacional (y la búsqueda de contención de los avances de China en la inteligencia artificial) o imperará una perspectiva recaudatoria, por ejemplo, en el caso de los semiconductores más sofisticados que Nvidia busca vender a China? Para terceros países, la nueva política industrial refleja una vez más que el “libre comercio” de Estados Unidos está siendo profundamente cuestionado en EU. Las implicaciones para una futura renegociación del T-MEC en 2026 y negociaciones actuales sobre aranceles impuestos por Estados Unidos también se verán afectadas ante nuevas prioridades por parte de la presidencia de Trump. Por último, también exige que países como México actualicen y replanteen su política industrial (y comercial) mediante nuevos instrumentos.
¿Será?
*Profesor del Posgrado en Economía y coordinador del Centro de Estudios China-México de la UNAM.
http://dusselpeters.com
Justicia y bienestar definen la transformación: Sheinbaum
Vive México un momento estelar y tiene rumbo, afirma ante el nuevo PJF // Confía en que responda a la gente
Alma E. Muñoz y Emir Olivares
Periódico La Jornada Miércoles 3 de septiembre de 2025, p. 5
“El país tiene rumbo”; se vive un momento estelar en México y las palabras que definen a la transformación son “justicia y bienestar”, subrayó ayer la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ante el nuevo Poder Judicial de la Federación (PJF).
La mandataria confió en que sus integrantes no se corrompan, que “no sea el poder o el dinero lo que lo domine, sino la impartición de justicia”. El objetivo es “que respondan a la gente, no a un interés particular, a un privilegio”, apuntó en la mañanera de ayer.
Señaló que el naciente PJF representa “un cambio de era, una transformación muy profunda. No hay ningún otro país en el mundo que haya hecho algo así”.
Que se erradique por completo la corrupción en el Poder Judicial “y que se imparta justicia para todos por igual. Eso es un verdadero estado de derecho”.
Indicó que “es muy simbólico cómo abrieron las puertas (de la Suprema Corte de Justicia de la Nación), porque era un búnker… Es decir, la justicia abre las puertas al pueblo de México”.
La mandataria manifestó que este poder “va a ser mucho mejor que el anterior, por el solo hecho de que son elegidos por el pueblo y tienen un reto, que es en efecto demostrar que hay impartición de justicia en México, y creo que van a cumplirlo. Así que es un buen momento para el país.... La gente está contenta”.
Se le comentó que la renovación del Poder Judicial representa un gran avance del plan C, instrumentado por el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, y resaltó que es “un rumbo claro, definido por el pueblo”.
Es “una decisión colectiva del pueblo de México de hacia dónde queremos ir, y a nosotros, como gobierno, nos corresponde cumplirle”.
Consideró que las palabras que definen la transformación “son justicia y bienestar, porque no es un asunto de tener más, de acumular más, sino de que todos vivan bien, con bienestar y que haya democracia, libertades y soberanía en México”. En este contexto, expuso que el modelo económico cambió, disminuye la pobreza y también la desigualdad.
“México llegó a ser el país más desigual del mundo; ahora es distinto, hay redistribución y muchas ganancias de bancos, de empresarios. Es un modelo propio, no se copió a nadie”.
Insistió en que aquí “no se reprime al pueblo, hay libertad de expresión, de reunión, de manifestación”.
Por tanto, afirmó, “el conservadurismo en México tiene muy poco asidero… Al no tener argumentos, se desesperan mucho, tienen mucho odio, enojo. Por eso digo que hagan yoga”.
La Presidenta informó que a partir de este viernes realizará una gira de rendición de cuentas”. En tres semanas y media visitará tres entidades por día, y estará acompañada por los gobernadores.
Dijo que el 8 de septiembre entregará al Congreso el presupuesto para 2026, la estimación de cierre del presente año y “todo lo que tiene que ver con los ingresos y egresos del gobierno federal”, para que se apruebe el paquete económico.